Los diuréticos son unos fármacos que se han utilizado desde ya hace mucho tiempo en el tratamiento de la insuficiencia cardiaca. Incluso, son considerados los más eficaces en cuanto al alivio de los síntomas correspondientes. Gracias a la eliminación de agua y sal que se produce con los diuréticos, su contribución ayuda grandemente en la eliminación del edema y mejora los síntomas resultantes de la congestión pulmonar y sistémica.
Pese a que se podría objetar que, por reducir la volemia y la precarga ventricular, se originaría una reducción del gasto cardíaco, pero en la insuficiencia cardiaca, la curva de Starling se encuentra aplanada, por lo que es posible reducir la precarga y sin afectar en demasía al gasto anterógrado. Aunque también resulta lógico, esto es cierto dentro de determinados límites, por lo que siempre es importante tomar las precauciones necesarias ante el riesgo de inducir una sobrediuresis que atraiga una disminución importante del gasto cardiaco.
Por su parte, los diuréticos tiazídicos son fármacos saluréticos que cumplen la acción de escasa potencia y que dificultan la reabsorción de sodio, y en menor grado de cloro, en porciones del túbulo distal. El efecto máximo de éstos, son alcanzados con dosis realmente bajas, y no se eleva aun incrementándose la dosis. Por el contrario, su efecto es más prolongado que el de los diuréticos de asa. Y, entre sus efectos secundarios, podemos mencionar la hipercolesterolemia, hiperuricemia e hiperglucemia.
Incluso, este tipo de fármacos abren lugar a la pérdida de potasio y magnesio, por lo que es recomendable combinarlos con suplementos de estos elementos o con diuréticos ahorradores de potasio.
Hablando de diuréticos ahorradores de potasio, destacamos la espironolactona, inhibidor competitivo de la aldosterona que posee un efecto diurético débil ‘per se’, y que sólo se evidencia en presencia de hiperaldosteronismo, como pasa también en la insuficiencia cardiaca. En cuanto a su acción, debemos resaltar que es la opuesta a la de la aldosterona, pues bloquea el intercambio de sodio por potasio y de hidrogeniones a nivel distal, algo que se convierte en pérdida de sodio y, contrariamente a lo que sucede con tiazidas y diuréticos de asa, en retención de potasio e hidrogeniones.
Su efecto máximo es obtenido de forma inmediata, aunque entre sus efectos secundarios podemos mencionar la ginecomastia y la hiperpotasemia. Aun así, podemos destacar que la eplerenona es muy similar, sin embargo, esta no produce ginecomastia.
Por otro lado, los diuréticos de asa (furosemida, torasemida, buteanida) trabajan según el nivel de la porción ascendente del asa de Henle, inhibiendo la reabsorción de cloro y sodio. A este tipo de fármacos se les conoce como ‘de techo alto’, esto debido a que se puede incrementar su efecto con el aumento de la dosis. Los diuréticos de asa son los más potentes, siendo posible que su acción en la insuficiencia cardiaca, se base en parte de las prostaglandinas.
En este sentido, los diuréticos de asa producen pérdida de potasio, magnesio e hidrogeniones; algo que puede provocar alcalosis hipoclorémica. La torasemida provoca algunos efectos como antialdosterónicos adicionales y una acción más extendida, algo que favorece en la tolerancia por los pacientes.
Antes de usar cualquier producto de los mencionados en artículos hacedlo siempre bajo la aprobación y supervisión médica.
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