Introducción

El enfriamiento es beneficioso en las lesiones deportivas porque mejora el dolor y el espasmo muscular que lo acompaña. También reduce la posible hemorragia, interna o externa, acortando el proceso de recuperación de la contusión, contractura o tirón muscular. Sobre los ligamentos de las articulaciones ejerce un efecto cicatrizante evitando la extensión del proceso por el área lesionada. La eficacia del frío en las lesiones deportivas disminuye a medida que pasan las horas desde que se inició el percance. Así, se establece como norma general que en las 72 primeras horas, esto es, en los tres primeros días, el hielo resulta extraordinariamente útil. Pero más allá pierde eficacia.

¿Qué hace el frío para curar?
En los tejidos blandos (músculo, tendón, ligamento) el frío minimiza la hemorragia y tumefacción que impiden el desarrollo normal de la «cicatriz terapéutica».

El frío es el principal agente físico para lesiones de sobrecarga con importante dolor. Su efecto analgésico procede del «adormecimiento» de los receptores del dolor, especialmente excitados cuando la lesión es aguda.

La mejoría del espasmo muscular por aplicación de hielo se debe a la reducción del flujo sanguíneo capilar (el de los vasos menores) con la consiguiente disminución de inflamación. También es observable una gran reducción de oxígeno en la zona donde se aplica el frío, lo que supone disminuir la propagación del proceso.

Todo ello se debe a la «vasoconstricción» o «cierre de los vasos» que corta de raíz la difusión y síntomas.

Pero es necesario tener en cuenta que tras el enfriamiento de la parte lesionada, el atleta no debe volver de inmediato a la actividad deportiva, ya que la gravedad y la extensión de la lesión pueden quedar enmascaradas por el efecto analgésico.

Por ello conviene aplicar el frío en sus variadas formas (cubitos de hielo, bolsa de criogel, spray de fluorometano o cloruro de etilo) siempre después del entrenamiento o competición. Por último, se admite hoy en día que las aplicaciones de frío más convenientes son en forma de masaje con hielo. Y la duración habitual deberá ser de no menos de 15 minutos y no más de 30.

El calor terapéutico
Cuando la lesión ha traspasado la barrera de los tres días, el riesgo de hemorragia no existe. Entonces se suele empezar a utilizar calor para mejorar la cicatrización.

Se sabe que el calor tiene en su influencia positiva sobre el tejido conectivo (fibras de colágeno) la principal acción médica.

El calor produce alivio del dolor y hace más extensibles las fibras de colágeno, por lo que facilita la movilidad muscular y articular, y, por ello, acorta el proceso de recuperación o rehabilitación deportiva.

El colágeno es viscoso y elástico. Cuando se fatigan los tejidos estas propiedades se ven dificultadas, hasta llegar a niveles de «rigidez» que impiden realizar el gesto deportivo con naturalidad y economía. Cuanto más rígido es un cuerpo, más posibilidades de romperse tiene.

El calor aumenta la elasticidad y plasticidad, de forma que, tras su aplicación, las fibras de colágeno se hacen más extensibles y más capaces de trabajar. El calor también reduce la rigidez articular y mejora la contractilidad del músculo, disminuyendo el peligro de lesión.

Cómo aplicar el calor

Desde el cuarto día de una lesión podemos utilizar: lámparas de calor (infrarrojos), almohadillas eléctricas, paños calientes, sauna (el calor seco de sus maderas se utiliza para aliviar dolores de espalda), los baños cálidos y las bolsas de agua.

También, como prevención en rigideces articulares, se utilizan antes del calentamiento de los entrenamientos y competiciones.

Y, ya en consulta médica, también lo aplicamos generado por corrientes alternas de alta frecuencia (onda corta, microonda) y con ondas mecánicas que producen calor por medio de la vibración (ultrasonidos).

Las microondas son excelentes en las lesiones musculares, mientras los ultrasonidos lo son en problemas tendinosos y ligamentosos.

Por último, el calor en las formas descritas es una buena opción para recuperar las cicatrices y lesiones cronificadas, bien de forma aislada o alternando su uso con el frío para provocar sucesivas vasodilataciones y vasoconstricciones (baños de contraste).

Formas de hielo TERAPÉUTICO (Crioterapia)

  1. NATURAL: Cubitos/granizado.
  2. COMPRESAS DESHECHABLES: «Cool Pack» de silicato hidratado.
  3. COMPRESAS REUSABLES: «Criogel».
  4. TOALLAS FRÍAS O HELADAS.
  5. BAÑOS EN AGUA HELADA (ríos) O CON HIELOS.
  6. SPRAY: «Nieve carbónica» o cloruro de etilo.
  7. CINTA HELADA (moldeable).

Escrito originalmente por el Dr. Hernán Silván

fitness entrenador personal

Write a comment:

Your email address will not be published.

Logo_footer   
     © 2020 Online Personal Trainer